Me gustaría
comentar el film Joker, porque su éxito mediático resulta bastante sintomático, al menos a los ojos de
cualquier fisiólogo social.
Tomemos en
principio el Joker 2019 de Phoenix, en adelante Joker-Phoenix. Es el primero
cronológicamente hablando en la historia lineal de vida del personaje, y por
ello resultará útil ver las diferencias con el Joker de Ledger en Batman, en
adelante Joker-Ledger.
El
escenario: Ciudad Gótica
Es muy
interesante ver cómo describen sendas películas el entorno social que rodea a Joker-Phoenix
respecto de aquel donde más tarde desarrollará su carrera criminal Joker-Ledger.
El sistema
que le toca enfrentar al Joker-Phoenix se ve bastante venido a menos: más que
un sistema hegemónico en la cima de su apogeo, se trata de un sistema en
descomposición. La violencia callejera está a la orden del día (escena del
ataque de la pandilla), los políticos se han desentendido de lo que ocurre en
el mundo y viven encerrados en su mundo de fantasía. La policía es ineficiente
y tonta, los disturbios en las calles por protestas políticas muestran un
estado de descomposición social que los poderosos no pueden contener. La huida
del hombre más poderoso de Ciudad Gótica, el alcalde y su esposa, por un
callejón, solos, sin custodia, en medio de los disturbios, es una escena
patética de escasa credibilidad. Si tenemos que creerla, no queda más remedio
que concluir que el sistema ya está terminado: Joker-Phoenix no tiene mucho
trabajo por delante.
Sin
embargo, el sistema que confrontará años más tarde el Joker-Ledger es un
sistema altamente organizado, protegido por sistemas de seguridad, fundado en
un sistema jurídico, político y económico- sobre todo- bien consolidado. Está
muy claro para el espectador que del otro lado hay bancos, policías, políticos
poderosos, abogados corruptos, y una escala de valores cuestionable pero bien
asentada, bien aceitada, bien coordinada y sobre todo bien custodiada. Y no se
ven manifestaciones ni piquetes populares ni nada que se le parezca.
Esta
asimetría en los escenarios puede tener alguna justificación. Tomando en cuenta
que se trata de una “precuela”, podemos pensar que Joker-Phoenix sufre primero
el caos y la arbitrariedad que impera en los márgenes pobres de la ciudad, sólo
para hacer luego a otros, activamente, lo que sufrió de manera pasiva en su
etapa de víctima. Así, en su encarnación posterior como Joker-Ledger será el sádico
payaso encargado de llevar el caos y el azar al centro mismo de los barrios
pitucos, “ordenados”, de Ciudad Gótica, y sembrar allí el terror.
Sin
embargo, como veremos a continuación, no resulta creíble que Joker-Phoenix se
continúe con Joker-Ledger, y esto sobre todo porque sus personalidades son
bastante incompatibles.
Inteligencia
brillante versus tara mental
Joker-Ledger
aparecerá en Batman como un outsider “a conciencia”, en pleno uso de sus
facultades mentales y poseedor de una inteligencia brillante. Su mensaje es: el
sistema capitalista es absurdo, por lo tanto debe ser combatido desenmascarando
su “racional irracionalidad”. ¿El sistema se burla de ti y de tus valores?
Búrlate entonces del sistema mostrando desprecio por sus valores (la escena de
la quema del dinero, por ejemplo, es paradigmática). Además, si el orden del
sistema “racional” termina siendo injusto, la misma racionalidad manda que
pueda con justicia ser reemplazado por el azar (elección azarosa de víctimas).
El Joker de
Phoenix, al que llamaremos Joker-Phoenix, es en cambio un enfermo mental, maltratado
por todos (desde su madre, pasando por los compañeros de trabajo, el conductor
de TV, etc), varado en un infantilismo patológico y presa de alucinaciones
psicóticas. Este Joker torpe y de una inteligencia brumosa, es notoriamente incapaz
de planear golpes magistralmente sincronizados contra el sistema, como lo hará
luego Joker-Ledger.
El Hijo
Pródigo versus el Hijo Bastardo.
El Joker-Ledger
de Batman es un “hijo pródigo” del sistema, un claro producto de
la lógica del Capitalismo, que gracias a su aguda inteligencia percibe la
irracionalidad delirante del gran Mecanismo, ha detectado sus puntos flacos, y decide confrontarlo y ponerlo a prueba.
Joker-Ledger
en cambio es un “hijo bastardo” del sistema, barrido debajo de la alfombra de
la marginalidad, afectado por taras psíquicas, y portador de una inteligencia
roma que le impide cuestionar al sistema más allá de rebelarse contra el
creciente maltrato y rechazo que (digámoslo de una vez) se acumula uno tras
otro a lo largo de la película, logrando asquear al espectador.
Una Sociedad
Compleja versus La Maldad de los Malvados.
Para el Joker-Ledger
que años más tarde asolará la ciudad de Batman, el sistema no tiene malos ni
buenos. No hay víctimas ni victimarios, sólo un sistema-trituradora donde todos
jugamos el Juego, en la ilusión de que hay un sentido racional detrás, que es
precisamente lo que Joker-Ledger con su apelación a la “justicia del azar”
viene a cuestionar. Como no cree en la justicia, no es un justiciero. Si lo
fuera, si tuviera un mínimo de empatía por sus semejantes, no podría eliminar a
sangre fría a sus propios secuaces en el cronometrado robo al banco que da inicio a la
película de Batman. Joker-Ledger no es un justiciero social, es un destructor
de lógicas por el procedimiento de llevarlas al extremo.
En Joker-Phoenix,
en cambio, el mensaje es muy distinto: el sistema-padre abandona a los que lo
necesitan (los enfermos, los pobres) y traiciona las esperanzas infantiles del
pueblo (representadas por el carácter patológicamente ingenuo-infantil del
protagonista) que entonces se rebela contra la injusticia, decepcionado e indignado por no
recibir lo que le habían prometido. Esta identificación del sistema con el
padre se hace obvia en la fantasía del futuro Joker de ser el hijo del
gobernador electo. ¿Cómo se rebela este hijo bastardo, al descubrir que todas
las “promesas” del padre-poderoso no son sino una broma digna del día de los
inocentes? ¡Y él se las ha creído! Claramente no mata al azar: mata a la madre
que lo engañó, mata al compañero de trabajo que lo empujó a empuñar una pistola,
mata al conductor porque entiende que se está burlando de él. Hay que decirlo,
este Joker se toma las cosas en serio, es bastante autorreferencial, carece
totalmente de sentido del humor, y ha decidido vengarse de quienes lo
humillaron. Lo que sigue, los desórdenes en las calles, el deambular anárquico y
ebrio del Joker psicótico por la ciudad en llamas, está muy lejos de la prolijidad
del asalto “hiperracional” y calculado al milímetro, pero impersonal, gozoso y
lúdico a la vez, de Joker-Ledger.
Implosión del Sistema versus Venganza de los Indignados
Joker-Ledger
cataliza la implosión del sistema acentuando sus incoherencias internas. Quien
se identifica con el cínico Joker-Ledger de Batman alcanza un grado de
compenetración adulta con la complejidad de la vida social, y se hace dolorosamente
consciente de las contradicciones inmanentes a la sociedad.
Joker-Phoenix
en cambio representa la rebelión de las víctimas, seres inocentes y puros como niños,
que han sido engañados y defraudados por las promesas de los padres-poderosos.
Quien se identifica con esta visión se posiciona en un lugar infantil y
maniqueo, un mundo de malos y buenos, de víctimas y victimarios. Por eso a mi
juicio Joker-Phoenix representa una versión light y descafeinada, políticamente
correcta, pero pobre y peligrosamente simplista.
Y al fin... ¡Un médico
por allá!
Por último,
el hecho de que el protagonista sea un enfermo, víctima de una parálisis
seudobulbar que le produce ataques de risa inmotivada, automáticamente
descalifica todo acto subversivo del orden en el que pueda incurrir, voluntaria
o involuntariamente: al fin y al cabo, no se trata más que de los síntomas de
un desequilibrado mental, un hecho fisiológico atribuible a una naturaleza
alterada.
Sólo por
este error, todo el potencial de crítica social que pudiera tener la película se
evapora para siempre.
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