miércoles, 12 de febrero de 2020

CRITICA CINEMATOGRAFICA: JOKER 2019 O EL MANIQUEÍSMO SENTIMENTAL


Me gustaría comentar el film Joker, porque su éxito mediático resulta bastante sintomático, al menos a los ojos de cualquier fisiólogo social.
Tomemos en principio el Joker 2019 de Phoenix, en adelante Joker-Phoenix. Es el primero cronológicamente hablando en la historia lineal de vida del personaje, y por ello resultará útil ver las diferencias con el Joker de Ledger en Batman, en adelante Joker-Ledger.

El escenario: Ciudad Gótica

Es muy interesante ver cómo describen sendas películas el entorno social que rodea a Joker-Phoenix respecto de aquel donde más tarde desarrollará su carrera criminal Joker-Ledger.
El sistema que le toca enfrentar al Joker-Phoenix se ve bastante venido a menos: más que un sistema hegemónico en la cima de su apogeo, se trata de un sistema en descomposición. La violencia callejera está a la orden del día (escena del ataque de la pandilla), los políticos se han desentendido de lo que ocurre en el mundo y viven encerrados en su mundo de fantasía. La policía es ineficiente y tonta, los disturbios en las calles por protestas políticas muestran un estado de descomposición social que los poderosos no pueden contener. La huida del hombre más poderoso de Ciudad Gótica, el alcalde y su esposa, por un callejón, solos, sin custodia, en medio de los disturbios, es una escena patética de escasa credibilidad. Si tenemos que creerla, no queda más remedio que concluir que el sistema ya está terminado: Joker-Phoenix no tiene mucho trabajo por delante.
Sin embargo, el sistema que confrontará años más tarde el Joker-Ledger es un sistema altamente organizado, protegido por sistemas de seguridad, fundado en un sistema jurídico, político y económico- sobre todo- bien consolidado. Está muy claro para el espectador que del otro lado hay bancos, policías, políticos poderosos, abogados corruptos, y una escala de valores cuestionable pero bien asentada, bien aceitada, bien coordinada y sobre todo bien custodiada. Y no se ven manifestaciones ni piquetes populares ni nada que se le parezca.

Esta asimetría en los escenarios puede tener alguna justificación. Tomando en cuenta que se trata de una “precuela”, podemos pensar que Joker-Phoenix sufre primero el caos y la arbitrariedad que impera en los márgenes pobres de la ciudad, sólo para hacer luego a otros, activamente, lo que sufrió de manera pasiva en su etapa de víctima. Así, en su encarnación posterior como Joker-Ledger será el sádico payaso encargado de llevar el caos y el azar al centro mismo de los barrios pitucos, “ordenados”, de Ciudad Gótica, y sembrar allí el terror.

Sin embargo, como veremos a continuación, no resulta creíble que Joker-Phoenix se continúe con Joker-Ledger, y esto sobre todo porque sus personalidades son bastante incompatibles.

Inteligencia brillante versus tara mental

Joker-Ledger aparecerá en Batman como un outsider “a conciencia”, en pleno uso de sus facultades mentales y poseedor de una inteligencia brillante. Su mensaje es: el sistema capitalista es absurdo, por lo tanto debe ser combatido desenmascarando su “racional irracionalidad”. ¿El sistema se burla de ti y de tus valores? Búrlate entonces del sistema mostrando desprecio por sus valores (la escena de la quema del dinero, por ejemplo, es paradigmática). Además, si el orden del sistema “racional” termina siendo injusto, la misma racionalidad manda que pueda con justicia ser reemplazado por el azar (elección azarosa de víctimas).
El Joker de Phoenix, al que llamaremos Joker-Phoenix, es en cambio un enfermo mental, maltratado por todos (desde su madre, pasando por los compañeros de trabajo, el conductor de TV, etc), varado en un infantilismo patológico y presa de alucinaciones psicóticas. Este Joker torpe y de una inteligencia brumosa, es notoriamente incapaz de planear golpes magistralmente sincronizados contra el sistema, como lo hará luego Joker-Ledger.

El Hijo Pródigo versus el Hijo Bastardo.

El Joker-Ledger de Batman es un “hijo pródigo” del sistema, un claro producto  de la lógica del Capitalismo, que gracias a su aguda inteligencia percibe la irracionalidad delirante del gran Mecanismo, ha detectado sus puntos flacos, y decide confrontarlo y ponerlo a prueba.
Joker-Ledger en cambio es un “hijo bastardo” del sistema, barrido debajo de la alfombra de la marginalidad, afectado por taras psíquicas, y portador de una inteligencia roma que le impide cuestionar al sistema más allá de rebelarse contra el creciente maltrato y rechazo que (digámoslo de una vez) se acumula uno tras otro a lo largo de la película, logrando asquear al espectador.

Una Sociedad Compleja versus La Maldad de los Malvados.

Para el Joker-Ledger que años más tarde asolará la ciudad de Batman, el sistema no tiene malos ni buenos. No hay víctimas ni victimarios, sólo un sistema-trituradora donde todos jugamos el Juego, en la ilusión de que hay un sentido racional detrás, que es precisamente lo que Joker-Ledger con su apelación a la “justicia del azar” viene a cuestionar. Como no cree en la justicia, no es un justiciero. Si lo fuera, si tuviera un mínimo de empatía por sus semejantes, no podría eliminar a sangre fría a sus propios secuaces en el cronometrado robo al banco que da inicio a la película de Batman. Joker-Ledger no es un justiciero social, es un destructor de lógicas por el procedimiento de llevarlas al extremo.

En Joker-Phoenix, en cambio, el mensaje es muy distinto: el sistema-padre abandona a los que lo necesitan (los enfermos, los pobres) y traiciona las esperanzas infantiles del pueblo (representadas por el carácter patológicamente ingenuo-infantil del protagonista) que entonces se rebela contra la injusticia, decepcionado e indignado por no recibir lo que le habían prometido. Esta identificación del sistema con el padre se hace obvia en la fantasía del futuro Joker de ser el hijo del gobernador electo. ¿Cómo se rebela este hijo bastardo, al descubrir que todas las “promesas” del padre-poderoso no son sino una broma digna del día de los inocentes? ¡Y él se las ha creído! Claramente no mata al azar: mata a la madre que lo engañó, mata al compañero de trabajo que lo empujó a empuñar una pistola, mata al conductor porque entiende que se está burlando de él. Hay que decirlo, este Joker se toma las cosas en serio, es bastante autorreferencial, carece totalmente de sentido del humor, y ha decidido vengarse de quienes lo humillaron. Lo que sigue, los desórdenes en las calles, el deambular anárquico y ebrio del Joker psicótico por la ciudad en llamas, está muy lejos de la prolijidad del asalto “hiperracional” y calculado al milímetro, pero impersonal, gozoso y lúdico a la vez, de Joker-Ledger.

Implosión del Sistema versus Venganza de los Indignados
 
Joker-Ledger cataliza la implosión del sistema acentuando sus incoherencias internas. Quien se identifica con el cínico Joker-Ledger de Batman alcanza un grado de compenetración adulta con la complejidad de la vida social, y se hace dolorosamente consciente de las contradicciones inmanentes a la sociedad.
Joker-Phoenix en cambio representa la rebelión de las víctimas, seres inocentes y puros como niños, que han sido engañados y defraudados por las promesas de los padres-poderosos. Quien se identifica con esta visión se posiciona en un lugar infantil y maniqueo, un mundo de malos y buenos, de víctimas y victimarios. Por eso a mi juicio Joker-Phoenix representa una versión light y descafeinada, políticamente correcta, pero pobre y peligrosamente simplista.

Y al fin... ¡Un médico por allá!

Por último, el hecho de que el protagonista sea un enfermo, víctima de una parálisis seudobulbar que le produce ataques de risa inmotivada, automáticamente descalifica todo acto subversivo del orden en el que pueda incurrir, voluntaria o involuntariamente: al fin y al cabo, no se trata más que de los síntomas de un desequilibrado mental, un hecho fisiológico atribuible a una naturaleza alterada.
Sólo por este error, todo el potencial de crítica social que pudiera tener la película se evapora para siempre.

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